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LA LECTURA DEL DOMINGO/ Reflexiones del P. José Domenech

26.02.2017 09:29

Ya llegó el último domingo del Tiempo ordinario para entrar en la Cuaresma el miércoles. Vale la pena hacer una reflexión. Ahí está:
«Nadie puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y al dinero...» Creo que esta constatación no es extraña a nadie sensato. Hay algunos que encienden una vela a Dios por la mañana y después al diablo, con su egoísmo.
Quien le pida al Señor para que haga lo que él desea y sin preocuparse de conocer –para vivirla– cuál es la Voluntad del Señor, no ama ni sirve al Señor, sino a sí mismo y a los demás, en la medida que le sirvan para aquietar su conciencia, para sentirse bien, para cumplir, para que lo aplaudan... Pero tiene a alguien que le llama siempre a convertirse: Cristo Jesús.
Dios no pierde de vista a nadie, porque nos ama a todos personalmente, no en grupo, y ofrece a todos su invitación a la Salvación del Padre y a recibir el don de su Espíritu para que supere toda tentación, que Él sabe bien que vendrá. Pero al final dará a cada uno según su esfuerzo por responder bien a las propuestas recibidas. Somos libres y, por eso, responsables.
¡Cuántas veces habremos escuchado, si no dicho, que ‘Dios no me quiere y me ha abandonado’ y otras frases el mismo contenido. ¡Imposible que eso suceda!, pues nos Dios tiene presentes en su vida en forma personal e inconfundible. Si una madre normal lo vive con cada uno de sus hijos, mucho más Dios que no tiene los límites de cualquier madre.
¿Qué importancia tiene Dios frente a otras realidades tal vez muy importantes? Nuestras decisiones ¿desde qué criterios se toman: desde los de Dios –su Voluntad– o desde los intereses de nuestro grupo o los nuestros, tal vez muy disimulados?
El dinero es necesario para tantas cosas, pero no para la felicidad, ¿qué importancia tiene y a qué nos mueve, qué nos hace dejar muchas veces, qué nos lleva a hacer, aunque pensemos en el fondo que no está bien? ¿No es la codicia, de cualquier cosa, un poquito un diosito nuestro? Por ahí se comienza a servirlo dejando al Señor, aun sin negar su importancia.
María, la Madre de Jesús nos ayude a aprender de Él a centrar nuestra vida solo en el Señor de la Vida y la Libertad.
Unidos en oración con María, nuestra Madre, siempre Auxiliadora:
P. José Mª Domènech SDB

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