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UNA CARAVANA NAUTICA DESPIDIO A MARCOS OLIVA DAY EN LA RIA DESEADO

20.12.2015 09:29


    Varios centenares de personas de distintas edades y corrientes de pensamiento confluyeron el viernes 18 de diciembre en el homenaje a Marcos Oliva Day, quien falleció repentinamente el pasado 20 de noviembre cuando se aprestaba a participar de una actividad deportiva.
    Abogado de profesión, durante muchos años fiscal en el Juzgado nro. 1 de Puerto Deseado, fue un apasionado defensor de la naturaleza y dedicó su vida a esa pasión. A comienzos de los años ochenta fundó Kohspy (flor, en tehuelche), la primera entidad ambientalista de la ciudad, cercana antecesora del programa "Conociendo nuestra casa", iniciado en 1983 en la Escuela provincial Capitán Oneto.
    Trabajó incansablemente para que ese programa educativo ambientallista fuera reconocido por las autoridades educativas, y lo logró. Siempre tuvo claro que era necesario convencer a mucha gente sobre la necesidad de cuidar el patrimonio natural del lugar donde se vive, y para ello apeló a la difusión por los medios locales y regionales, pero también consiguió que publicaciones nacionales como Billiken, La Nación y revistas dedicadas a la ecología y el turismo mencionaran la actividad de la incipiente fundación.
    Además de la formación de monitores, que le permitían multiplicarse, y que lograron asegurar la continuidad y el crecimiento de "Conociendo nuestra casa", instaló en su garage un aula por donde pasaron navegantes, escritores, turistas, aventureros, biólogos, antiguos vecinos de Puerto Deseado, en lo que podría llamarse la "multiversidad" donde niños y jóvenes tomaban apuntes, levantaban la mano para preguntar, vencían su timidez, se preparaban para la vida en un mundo cada vez más complejo y luego pasaban a ser ellos los que transmitían el conocimiento a los más chicos. No sólo el conocimiento, sino dos palabras que resumen el germen de una sociedad mejor: respeto y cariño.
    La personalidad multifacética de Marcos Oliva Day no puede resumirse tan fácilmente. De pronto estaba escalando el Aconcagua, otro día llevando grupos de jóvenes a Cochrane para sembrar la semilla de la Fundación, presentando en la radio a una joven escritora turca, recitando un poema en la biblioteca, enseñando antiguas canciones marineras, reclamando que se repare el centenario muelle de Ramón, demandando a una empresa por contaminar la ría, dando charlas en escuelas de la provincia de Buenos Aires, impulsando la huerta orgánica con la que muchos niños pudieron saborear por primera vez verduras cultivadas por ellos mismos, enviando mails a diestra y siniestra para que los diarios se hagan eco de las múltiples realizaciones de Eduardo Carnota, Dolores Ansín y los que aceptaron la gran responsabilidad de seguir adelante, o recibiendo al maestro Andrés Randisi, en quien reconocía un inspirador de su programa educativo.
    Practicó el "carientismo", es decir la broma amable, respetuosa, la broma que no lastima sino que hace reír al otro. Y, con serena autoridad, reprochaba a quienes usaban la ironía y el sarcasmo, tan habituales en los grandes medios porteños.
    Sabía que el mundo no anda bien, que muchas cosas están torcidas, pero no perdió el tiempo con el pesimismo. Su máxima ambición no era contar con un edificio, sino replicar el programa, como lo hizo su amigo Robin Ruddock en Irlanda o su hermana Emma en una escuela bonaerense. Reconocía en su padre, el capitán, los orígenes del amor por la Patagonia, y los principios rectores de una vida al servicio de los otros. Más de una vez mencionó aquella canción de Patxi Andión, "Padre": "No quisiste jamás/ salvarte solo/ porque no hay salvación, decías/ si no es con todos".
    Marcos, cuyas cenizas fueron esparcidas en la ría Deseado, su lugar en el mundo, tuvo una compañera, Malala Gaona, quien pasó miles de horas a su lado, metidos en el agua, instruyendo y cuidando a los niños, cuando todo empezaba y la familia era pequeña todavía. Ella preparaba las "sopitas" y Marcos invitaba gente, que siempre llegaba de sorpresa, y que eran recibidos con cariño y una sonrisa por esa gran anfitriona. Ella permitió que Deseado le rindiera un emocionado homenaje, necesario para completar un ciclo vital y para fortalecer el compromiso de seguir su obra y poner en alto el respeto y el cariño, ahora y para siempre.

    Mario dos Santos Lopes

Fotos: Héctor Ramón Monje

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